L’annuncio, Salvador Dalí es uno de los cuadros más conocidos por el pintor, es una pintura con una temática religiosa que fue hecha para el Concilio Vaticano II que Juan XXIII dio a conocer en el año 1959 y abrió en octubre del año 1962. En el artículo de hoy, expondremos a detalle todo lo referente a esta importante obra, su historia, características y un breve recorrido por la vida de Salvador Dalí.
Historia de la pintura L´annuncio
El cuadro L’annuncio, Salvador Dalí fue pintado durante el año 1960, como parte de un estudio preparatorio para The Ecumenical Council, una tabla que posee grandes dimensiones que el pintor llevo a cabo ese mismo año. Tal y como lo muestra el título de la obra, esta pintura el artista se la dedicó al Concilio Vaticano II, que Juan XXIII dio a conocer a principios del año 1959 y abrió en octubre del 1962.
A pesar de que Dalí se detuvo en la definición de la parte alta de la obra final, esta es una pintura que le pertenece al Museo Salvador Dalí de Cleveland, y en la que se estudian las figuras de la Virgen, de Cristo y del Arcángel Gabriel. En este mismo cuadro se puede apreciar con detalle las referencias iconográfica al Juicio Universal de Miguel Ángel y, por tanto, al Vaticano.
No obstante, lo que el artista realizó en L’annuncio fue recuperar la postura que tenía la Virgen y la de su Hijo, invariados en la versión definitiva, en donde se puede ver como la figura del Redentor está insertada en un marco arquitectónico que se muestra en el interior de la Basílica de S. Pedro.
¿Dónde se encuentra la obra?
A pesar de como se ha dicho anteriormente, que la pintura L’annuncio, Salvador Dalí pertenece originalmente al Museo de Salvador Dalí de Cleveland, ya que se trata de una obra que autor realizó para el Concilio Vaticano II, en la actualidad, dicho cuadro se puede ver en el interior del Museo del Vaticano, en la Ciudad del Vaticano.
¿Sobre qué trata la pintura L´annuncio?
El estudio de L’annuncio, Salvador Dalí se dio en exhibición alrededor del año 1960 en la galería Carstairs de Nueva York, junto con el enorme lienzo definitivo El Consejo Ecuménico (1960). El Consejo Ecuménico fue un acto de reconocimiento para la reunión celebrada durante ese mismo año, entre el papa Juan XXIII y el arzobispo de Canterbury con la intención de promover la unidad entre los cristianos.
Salvador Dalí fue uno de las personas que apoyó el nombramiento del cardenal Ángelo Giuseppe Boccelli en el año 1958 como líder espiritual de la Iglesia católica, tal y como se muestra en la famosa ampliación de la oreja del pontífice, publicada en la revista Paris Match y que luego empleó el pintor en su obra juego visual La Madona Sixtina (1958).
El papa había anunciado la celebración de un consejo ecuménico el 2 de mayo de 1959, lo que el artista pidió una audiencia para hablar acerca del encargo que había recibido de diseñar una catedral (al final, no se llegó a realizar la construcción) en forma de pera, puesto que para él, dicha forma era una manera de representar la resurrección en la edad media y por tanto, era una metáfora apropiada para el inminente consejo.
Tal y como se puede percatar en el mismo título de la pintura (L’annuncio, Salvador Dalí), es una obra con una temática cristiana: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo forman una única persona. Se ha de suponer que la persona que se encuentra ubicada en la parte izquierda con un crucifijo en la mano es Cristo, con Dios Padre en el centro y el Espíritu Santo a la derecha representado en su clásica forma de paloma.
Características de la obra
Algo que vale la pena hacer mención es que la identidad de las figuras es muy ambigua, esto se debe a que en ninguna de ellas se revela los rasgos que tradicionalmente han simbolizado a las distintas personas de La Trinidad. La postura desesperada de la figura central (que posiblemente haya tomado inspiración en uno de los personajes con el pecho descubierto que aparece en las pinturas barrocas de Luca Giordano) parece representar en mayor medida a un Cristo desnudo y sufriente que a Dios Padre resplandeciente.
Por otro lado, fijándose en la figura de la derecha, con los brazos en cruz en un gesto de humildad respecto a la figura evangélica que se muestra a la izquierda, es una imagen que suele recordar más a las representaciones de la Anunciación, junto en el momento en que el arcángel Gabriel le avisa a María, que por lo general, se asume que se trata de Dios, que observa todo lo que acontece desde las alturas junto a la paloma que encarna al Espíritu Santo-que dará luz a Cristo.
En una misma línea de ideas, la ambigüedad se mantiene sobre todo en los rasgos visiblemente femeninos, talvez por la alusión androginia que poseen los seres angélicos, sin embargo, esta oposición no brinda una explicación al tamaño grande de los testículos de la figura central. Sus vestidos y posturas guardan cierto parecido a la representación moderna que hizo Dalí de Beatrice en el año 1960, con semblante vago, mano extendida y pies torpemente representados, o también al Cristo (con rasgos más femeninos) con la mano alzada de La Última Cena.
Asimismo, los atuendos gastados, son una representación de los “refregados” o “chafarrinados” de Velázquez que Dalí traduciría en el siguiente año como “manchas o puntos” y, que al mismo tiempo tienen una relación con los artistas del “action painting” como Georges Mathieu. A pesar de que en L’annuncio son un poco insulsas, las figuras ubicadas en ambas partes en la obra final revelan un semblante inquietantemente parecido, mostrándose también en la figura centra ,cuya cara queda oculta bajo la mano.
Todas estas ambigüedades lo que hacen es que la persona que observa la obra se haga una serie de preguntas acerca de la identidad de los tres personajes, sin embargo, cabe la posibilidad que la misma haya estado bajo la influencia por la doctrina de Dios uno y trino a la vez de La Trinidad. No cabe duda de que las tres figuras parecen tener la misma cara esto se debe a que las mismas forman parte del dogma cristiano, tres seres distintos que confieren una misma persona.
Salvador Dalí que siempre fue caracterizado por convertir lo inefable en concreto, era la mejor elección para ilustrar esta creencia central para el cristianismo. De una misma manera, la creación de este cuadro fue tan enigmático como la paradójica reacción de la Trinidad.
Salvador Dalí
A pesar de que el inmenso prestigio y popularidad que Salvador Dalí disfruto en su vida se debió a las estrafalarias e impostadas excentricidades, la verdad es que este pintó dio en el blanco al insuflar nueva vida al surrealismo europeo hasta que se convirtió en su más conocido representante. Sus confusas y extrañas ideas fueron menos decisivas que sus impactantes composiciones, que las realizó con una magistral precisión técnica un personalísimo universo onírico y simbólico, tan nítido y luminoso como inquietante y perturbador.
Salvador Dalí nació en el año 1904, dentro de una familia burguesa, hijo de un notario biempensante y de una sensible dama aficionada a los pájaros. Años más tarde, podemos leer en su autobiografía, el siguiente extracto: “A los tres años quería ser cocinero. A los cinco quería ser Napoleón. Mi ambición no ha hecho más que crecer y ahora es la de llegar a ser Salvador Dalí y nada más. Por otra parte, esto es muy difícil, ya que, a medida que me acerco a Salvador Dalí, él se aleja de mí”.
Dado que la persecución hacia su objetivo sería constante sin poder llegar nunca a él, y puesto que en ninguna parte de su biografía estaba previsto que hallara el equilibrio y la paz, Dalí tomó la decisión de ser una persona excesiva en todo, interpretar numerosos personajes y sublimar su angustia en una pluralidad de delirios humorísticos y sórdidos.
Este artista se autodefinió como: “perverso polimorfo, rezagado y anarquizante”, o “blando, débil y repulsivo”, aunque antes de obtener esta imagen hacia el público, primero tuvo que salvar algunas pruebas iniciáticas, y si su juego favorito durante su infancia era el de vestir el traje de rey, Dalí explora las ventajas de aparentar una constitución frágil y nerviosa.
Era increíble su precocidad, ya que con solo 12 años de edad conoció el estilo de los impresionistas franceses y se vuelve parte de ellos. Posteriormente, dos años más tarde había adoptado el conocimiento con el arte de Picasso y se denominó cubista. Cuando cumplió la edad de 15 años, se convirtió en el editor de la revista Studium, en donde comenzó a dibujar brillantes pastiches para la sección titulada “Los grandes maestros de la Pintura”.
En el año 1927 Dalí viajó por primera vez a París, estableciéndose en la ciudad el año posterior. Con el tiempo estableció una amistad con Pablo Picasso y Joan Miró y, con la ayuda de este último, formó parte del grupo surrealista que lideraba el poeta André Breton. Dos años más tarde expuso en la Galería Goemans consiguiendo un gran éxito, las imágenes originales de sus cuadros, en las que los objetos se muestran con irritante precisión, pareciera que se metieran en las profundidades psíquicas anormales con el objetivo de sacar a la luz un inconsciente alucinatorio y cruel.
No obstante, antes de que llegara a París, expuso en la Galerías Dalmau de Barcelona en el año 1925, en donde sus obras habían pasado por el cubismo y las corrientes realistas, como en Muchacha en la ventana (1925) o su primera Cesta de pan (1926). Luego de que el pintor se uniera al grupo surrealista, el movimiento atravesó momentos difíciles en cuanto a las contradicciones internas.
La vitalidad y extravagancia de aquel pintor, fue el punto sin retorno para la renovación y proyección del grupo, del que también por su parte absorbió energías que resultaron en la etapa más apreciada de su obra. En líneas generales, sus mejores pinturas surgieron de la utilización del llamado “método paranoico-crítico”, el cual, Salvador Dalí definió como un sistema espontáneo de conocimiento irracional, en el que se basaba de la asociación interpretativo-crítica de los fenómenos delirantes.
Es posible que para el artista no eran muy relevantes su teorizaciones que el tono provocador e irónico con que las exponía. En cualquiera de estas situaciones, la representación de sus obsesiones personales es la razón en donde se muestra mayor parte de sus telas en esta etapa, en la que utilizó técnicas del realismo ilusionista más convencional para impactar al público con sus obras que aludían directamente a la sexualidad.
En 1948 Salvador Dalí volvió a España, en donde estableció su residencia de nuevo en Port Lligat y estando justo al momento cuando se encontraba en el mando el general Francisco Franco, teniendo de su lado una suerte de facilidades. Con llegada del artista, el gobierno español declaró aquel lugar en donde se quedaba el “Paraje pintoresco de interés nacional”.
Para lo expertos en el arte, pensaban que ya todo lo que pudo haber hecho Salvador Dalí ya lo había realizado, sin embargo, aún le quedaban 40 años de caprichosa producción y de irreductible endiosamiento y exhibicionismo. En un mismo sentido, se presentó en la Universidad de la Sorbona de París para dar una conferencia en un Rolls Royce repleto de coliflores. Mientras que Dalí se mantuvo con vida fundó el Museo Dalí en Figueres, este escenográfico, abigarrado y extraño monumento a su proverbial egolatría es uno de los lugares más visitados en España.
Llegando los años 70′, el artista había hecho la declaración de que la pintura podría entenderse como “una fotografía hecha a mano”, fue el valiente estilo hiperrealista internacional que, saliendo de su paleta, no fue menos inquietante que su prolija indagación anterior acerca del ilimitado y equívoco universo onírico.
Sin embargo, en la actualidad, el artista no solo es recordado por sus pinturas tan extrañas y peculiares, sino también por su repulsivo bigote engominado. Asimismo, hay personas que afirman haber visto al artista en el Liceo, el lujoso teatro de la ópera de Barcelona, vestido de forma elegante con el frac y luciendo en el bolsillo de la pechera, a guisa de vistoso pañuelo, una fláccida tortilla a la francesa.
Ha sido todo por el artículo de hoy, esperamos que la información proporcionada haya sido de gran ayuda. En un mismo sentido, le hacemos la invitación a leer también: Antonio Canova y Andy Warhol